¿Tenemos un exceso de Corrección Política en la actualidad?

¿Tenemos un exceso de Corrección Política en la actualidad?
Fuente Imagen: Mobilus In Mobili via CC Licensing

Los grandes cambios en la política mundial han compartido, además, del nacionalismo y un sentimiento antiinmigrante, un elemento en común: un desprecio de lo que se conoce como “corrección política”.

En las últimas décadas, a medida que surgían nuevos grupos u organizaciones que defendían a grupos étnicos, culturales o religiosos minoritarios dentro de las sociedades dispuestas a defenderse de la discriminación, tanto física como verbal, la política empezó a ser dominada por lo que se conoce como Corrección Política, que es como se describe al uso de un lenguaje, ideas política o comportamientos que busca disminuir la posibilidad de ofender a ciertos grupos de la sociedad; de ahí que los políticos actualmente hagan el juego imposible de defender ideas que necesariamente molestaran a alguien de forma que no molesten a nadie). Pero lo que surgió como un legítimo derecho de las minorías para defenderse de la discriminación, se ha convertido en una herramienta que ha limitado la capacidad de debate y tolerancia de la sociedad, y una forma de discriminar a quienes no comulguen con el discurso dominante de una sociedad políticamente correcta.

Solo por citar unos ejemplos, recuerdo dos noticias que leí el año pasado que hablaban sobre unos hechos curiosos en un par universidades anglosajonas: estudiantes protestando para impedir el acceso a todo aquel que no comulgasen con el discurso “progresista”. Así, en el primer caso, si mal no recuerdo, una mujer planeaba dar una charla en una Universidad donde exponía su postura contra el aborto, y los estudiantes no solo no la apoyaron, sino que le impidieron hablar en primer lugar. En el segundo caso, unos estudiantes de otra Universidad exigieron que se eliminara del programa de estudios a filósofos como Platón, Descartes o Kant bajo el argumento de que eran racistas y colonialista. Lo llamativo de estos dos casos es que, en un lugar como una universidad, casas de estudio e investigación por excelencia donde la gracia está en el debate de ideas, donde se supone que dichas ideas deben ser contrarias unas de otras, para así llegar a nuevas soluciones, lo que estos estudiantes exigen es precisamente eliminar todo aquello que consideran incómodo, que no comulgue con sus ideas ya aceptadas y limitar la enseñanza académica a simplemente mostrarles todo aquello que no les moleste o les haga debatir realmente contra posturas contrarias. Nada de duda, nada de crítica, solo ideas aceptadas por la mayoría y el que no le guste que se vaya, ¿es ese el tipo de ideas que domina en las mentes de los estudiantes universitarios de hoy?. Al respecto, les comparto esta cita de Clint Eastwood (obtenida de una página web llamada Vix), donde nos habla de la corrección política y como Trump es una consecuencia de esta.

“Trump puede estar en el camino adecuado, porque secretamente la gente se está cansando de la corrección política, de la adulación. Lo que estamos viendo en la generación besa traseros. Realmente estamos en una generación de maricas. Todo el mundo siendo extremadamente cuidadoso y prudente. Todo el tiempo la gente está siendo acusada de ser racista y cosas por el estilo. Cuando yo era chico, esas cosas no se llamaban racismo”

Es entendible que hace 40 o 50 años, cuando la discriminación contra las minorías era el pan de cada día, se hiciera evidente lo contradictorio de defender que nuestras sociedades eran democráticas con libertades, derechos y oportunidades iguales para todos, pero que al mismo tiempo discriminaba a las minorías étnicas, culturales o religiosas, y surgiese la necesidad de adoptar un discurso que los tratase con respeto y dignidad, sin olvidar lo contradictorio que es decirle a tus hijos que sean buenos con los demás pero les muestras que discriminas a quienes son diferentes. Pero una cosa es eso, y otra es lo que vemos hoy en día, en que ese discurso que buscaba tratar con respeto y educación se convirtiese en un mantra en la política que le quitó sustancia, que el debate político ya no trate realmente de encontrar soluciones comunes a ideas contrarias, sino en la imposición de lo que la mayoría considera correcto acallando a quienes disienten, y a crear una sociedad donde todos, desde políticos hasta ciudadanos comunes, actúan de una forma tan moderada para no molestar a nadie, que termina quitándole toda sustancia o sentido a lo que hacen o dicen.

Adicional a esto, este rápido avance de la corrección política tiene otro efecto. Puede que muchas personas hayan adoptado el discurso políticamente correcto, que acepten sin duda elementos como la migración, a personas de otras culturas y religiones, los derechos de las mujeres como el aborto, los derechos homosexuales, entre otros. Pero también son muchas las personas las que simplemente creen poco o nada en todas en estas cosas, que sienten que su forma actuar, sus creencias, ha cambiado demasiado y demasiado rápido, y que no solo fueron excluidos por completo del debate político que implemento esas políticas, sino que son discriminados y castigados si osan hacer público su rechazo al discurso “políticamente correcto” dominante. Son estas personas, numerosas e ignoradas por años, cuyas ideas por mas que no nos puedan gustar son tan legitimas como las de los demas, son quienes se sintieron ignoradas por la corrección política, abandonados por los políticos y partidos tradicionales que defienden discursos y políticas a los que no se les dio derecho a replicar, que sienten que un montón de “niños mimados de ciudad” les imponen su estilo de vida, los que en países como Estados Unidos terminaron votando por Donald Trump, o en Europa los que apoyan los movimientos nacionalistas contrarios a la Unión Europea.

Puede que en las películas tengamos historias donde las ideas claramente pueden ser definidas como buenas o malas, donde el bien siempre termina imponiéndose. Pero en la realidad, la vida no se reduce a esta simple visión, la realidad está dominada por tonos de grises. Más que una corrección política que imponga lo que unas mayorías consideran correcto acallando y castigando a todo el que disienta, matando en el proceso el sano debate que toda sociedad debe tener en sus asuntos públicos, lo que debemos hacer es reconocer que en sociedades democráticas y modernas como las de hoy en día, existen una diversidad de grupos diferenciados por cualquier cantidad de elementos, cada uno con sus propias ideas sobre lo que está bien o mal; debemos tener un debate público que mantenga el respeto y educación entre todos, que permita la discusión libre de ideas contrarias, y que permita llegar a soluciones que logren la convivencia pacífica entre todos.

El solo hecho de que alguien no apoye cosas como el aborto, la migración o la libertad religiosa (por ejemplo) no lo convierte en un monstruo que debemos acallar, tampoco significa negarle su derecho a opinar, y tampoco quita que no tenga la razón en ciertos puntos. Negarnos a ver esta realidad del exceso de la corrección política, permitir que nuestras sociedades degeneren en la idea de que censuremos y castiguemos todo el que no apoye el discurso público, es un peligroso camino que pondrá en peligro nuestras democracias, y que solo llevaría a una forma de discriminación tan mala como la que la corrección política, en teoría, busca evitar.

 

Como dato adicional, les recomiendo un par de artículos que encontré en internet, uno de una página web llamada Vozpópuli, y el otro de La Nación de Argentina.